Homo homini lupus. El hombre es un lobo para el hombre.
Frase popularizada por el filósofo inglés Thomas Hobbes, hace ya unos siglos.
En la Sala de Prensa del portal de la UOC hay una entrevista muy interesante al sociólogo francés, y directeur d'études à l'École des Hautes Études en Sciences Sociales, Robert Castel: «Hoy sentimos que hemos perdido el dominio sobre nuestro porvenir social»
Su voz suena más fuerte que nunca: "en tiempos de crisis e incertidumbres, no podemos bajar la guardia si no queremos perder nuestros derechos y leyes de protección social, obtenidos colectivamente en los primeros tiempos de la Revolución industrial. Si lo hacemos, como ya anunció Thomas Hobbes hace siglos, nos espera un futuro de lobos."
El sociólogo ya apuntaba en el 2005: "Es ese modelo de Estado Social el que se pulveriza hoy en día y uso la palabra “pulverizar” en el sentido de fragilización” porque en mi opinión debemos desconfiar de los discursos catastrofistas que se escuchan todos los días. Lo que ocurre en la actualidad con el Estado Social no es tanto un desmoronamiento, sino una pulverización que hace veinte años o un poco más, desde que a mediados de los ‘70s se empezó a hablar de crisis en Europa, se observa más como una turbulencia que como una crisis pasajera. ¿Cuál es la dinámica que está tras estas transformaciones? Harían falta horas seguramente para describir detalladamente el proceso, pero por falta de tiempo voy a detenerme en un punto que me parece esencial: las protecciones eficaces se habían construido y reforzado gracias a la inscripción de los individuos en colectivos, en otras palabras, –y lo repito porque creo que es importante–, lo colectivo era lo que protegía. Aquello a que nos enfrentamos hoy es un movimiento intenso que tiende a remitir a los individuos a sí mismos, dejándoles la tarea, que para muchos resulta imposible, de protegerse ellos mismos. Pienso que –y esto lo someto a discusión–, la gran lección es que recién ahora empezamos a comprender esa transformación que atraviesan las sociedades actuales desde hace 20 años. En un primer momento la transformación no se pudo entender y fuimos sensibles a los signos, a las expresiones más sensibles de ella, en particular al desarrollo de un empleo masivo, como a un proceso de precarización de las relaciones de trabajo, que siguen siendo fenómenos dramáticos." [Ver texto completo]
Frase popularizada por el filósofo inglés Thomas Hobbes, hace ya unos siglos.
En la Sala de Prensa del portal de la UOC hay una entrevista muy interesante al sociólogo francés, y directeur d'études à l'École des Hautes Études en Sciences Sociales, Robert Castel: «Hoy sentimos que hemos perdido el dominio sobre nuestro porvenir social»
Su voz suena más fuerte que nunca: "en tiempos de crisis e incertidumbres, no podemos bajar la guardia si no queremos perder nuestros derechos y leyes de protección social, obtenidos colectivamente en los primeros tiempos de la Revolución industrial. Si lo hacemos, como ya anunció Thomas Hobbes hace siglos, nos espera un futuro de lobos."
El sociólogo ya apuntaba en el 2005: "Es ese modelo de Estado Social el que se pulveriza hoy en día y uso la palabra “pulverizar” en el sentido de fragilización” porque en mi opinión debemos desconfiar de los discursos catastrofistas que se escuchan todos los días. Lo que ocurre en la actualidad con el Estado Social no es tanto un desmoronamiento, sino una pulverización que hace veinte años o un poco más, desde que a mediados de los ‘70s se empezó a hablar de crisis en Europa, se observa más como una turbulencia que como una crisis pasajera. ¿Cuál es la dinámica que está tras estas transformaciones? Harían falta horas seguramente para describir detalladamente el proceso, pero por falta de tiempo voy a detenerme en un punto que me parece esencial: las protecciones eficaces se habían construido y reforzado gracias a la inscripción de los individuos en colectivos, en otras palabras, –y lo repito porque creo que es importante–, lo colectivo era lo que protegía. Aquello a que nos enfrentamos hoy es un movimiento intenso que tiende a remitir a los individuos a sí mismos, dejándoles la tarea, que para muchos resulta imposible, de protegerse ellos mismos. Pienso que –y esto lo someto a discusión–, la gran lección es que recién ahora empezamos a comprender esa transformación que atraviesan las sociedades actuales desde hace 20 años. En un primer momento la transformación no se pudo entender y fuimos sensibles a los signos, a las expresiones más sensibles de ella, en particular al desarrollo de un empleo masivo, como a un proceso de precarización de las relaciones de trabajo, que siguen siendo fenómenos dramáticos." [Ver texto completo]
Ya sabemos quién es el culpable de la crisis económica mundial: somos todos nosotros, con nuestros pequeños gestos de egoísmo exacerbado (yo gano, tú pierdes); la insolidaridad de nuestra sociedad para con los desfavorecidos, un buen momento para leer/releer "Germinal" de Émile Zola y/o "Las uvas de la ira" de John Steinbeck, y saborear en tercera persona el momento que nos ha tocado vivir; las prácticas extremas del libre mercado en las empresas, los grandes gurús de la economía externalizan la producción en países subdesarrollados, pagando sueldos misérrimos y despidiendo personal cualificado, ¿han echado bien las cuentas?, si despiden aquí, ¿dónde van a vender, allí?, ¡qué listos son!; los estados asociales, en los momentos de crisis afloran los autoritarismos y la mala praxis, derivan (que no depuran) sus responsabilidades.
Javier, bajo mi mando, has recibido todo tipo de indicaciones de cómo desempeñar tu tarea, pero también has recibido algún reproche, no siempre merecido. Debo decir que mantengo que muchas de las veces tenía razón en el fondo de mis comentarios, aunque no siempre en las formas.
Javier, bajo mi mando, has recibido todo tipo de indicaciones de cómo desempeñar tu tarea, pero también has recibido algún reproche, no siempre merecido. Debo decir que mantengo que muchas de las veces tenía razón en el fondo de mis comentarios, aunque no siempre en las formas.
Te pido disculpas aquí, especialmente por cierta vez que tú ya sabes, en que te falte al respeto que mereces, y te obsequié con una reprimenda inmerecida, injusta e inmoral. Lamento no haber estado a la altura del cargo que ostentaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario