miércoles, 5 de agosto de 2009

La política española carece de modales

La política española carece de modales. Esta visión parece desprenderse de las palabras del director de Metroscopia, José Juan Toharia, amén de colaborador del magnífico programa de RNE, No es un día cualquiera, dirigido por Pepa Fernández, en un artículo de La Vanguardia de hoy.

A mí no me han preguntado, entre otras cosas porque no soy de los que se paran a contestar sólo las preguntas que me quieran hacer (de hecho me gustaría añadir otras preguntas a las encuestas). En cualquier caso, mantengo una visión sesgada y agridulce de la política española: "el tiempo nos pone a todos en su sitio, y son muy pocos los políticos que permanecen en nuestra memoria como gente buena y noble, perseguidores incansables del bienestar para sus conciudadanos".

Por poner un ejemplo, recuerdo un programa de radio donde el sr. Toharia mencionaba que el presidente español más valorado de nuestro tiempo era: ¡tachán...! Adolfo Suárez.

También en el pasado semestre, salía a la venta el libro "Anatomía de un instante", de Javier Cercas. Y, ¡tachán otra vez!, el autor mencionaba también que aquel día eran muy pocos los españoles, incluída especialmente la clase política, que hicieron algo por defender nuestros derechos. Yo era pequeño entonces, pero han hecho falta más de 25 años para comprobar que mi visión simplista del mundo se corresponde bastante con la realidad que otras personas aprecian.

También ha mencionado el sr. Toharia que "si la crisis era larga y profunda habría consecuencias serias en el clima social". Y tiene mucha razón. Personalmente comienzo a estar harto de ver como unos maleducados se descalifican día sí y día también.

Si no son capaces de mantener la educación ante las opiniones vertidas por sus oponentes, y si piensan engañarnos con riñas de colegio para desviar la atención de que no están haciendo nada, mejor que se vayan a su casa. Así al menos, nos ahorraremos unos buenos sueldos.

Al final alguién explotará, cansado de que le tomen el pelo. Luego que no digan que no lo vieron venir, no vaya a ser que yo no sea el único que piensa así.

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