IN MEMORIAM

Hace poco recibí una llamada teléfonica donde se me preguntaba por mi ex-mujer. Lógicamente, puesto que no hemos acabado amistosamente, me pusé en alerta y pregunté quién llamaba y qué quería; una vez que la persona me explicó que quería comunicarle el deceso de un conocido, aflojé mi coraza exterior e incluso pregunté espontáneamente, con esa curiosidad tan malsana que muchos tenemos, de qué se había muerto, puesto que se trataba de un hombre de mediana edad, cuarenta y tantos diría yo.
- Se ha matado - me respondió mi interlocutora al otro lado del teléfono.

Y en este punto, sólo me quedaba dar el pésame, y comentarle que comunicaría a mi ex-mujer la pérdida. "Se ha matado" entiendo que significa que se ha quitado la vida. ¿Por qué?

En la cena de Nochebuena, hablando con el marido de mi prima, ¿cuñado segundo?, que es Mosso de Escuadra, me comenta que hace poco atropelló un tren de cercanías a un hombre a la salida de un túnel. Desafortunadamente para el marido de mi prima, los temas de trabajo derivan en conversaciones de este tipo; trabaja en la Científica. Comenta un par de detalles del caso, sin citar nombres ni nada de eso -ojo, que no quiero ningún problema para él por esto-, y mediada la conversación atamos cabos y resulta que ambos conocemos a la misma persona. Él la conoce muerta y sin vida, y yo la conocí  viviendo.

En nochebuena, anestesiado por una agradable velada, no te concedí más pensamientos; pero el viernes soñé con la imagen que el marido de mi prima, mi primo, me dijo que evocabas: una vida rota y vaciada, como una sandía.

La persona que yo conocía me parecía buena persona. Trabajaba en el sector salud, al cuidado de las personas. He pasado parte de la tarde "googleando" y no he encontrado nada sobre tu fallecimiento. Es posible que los periódicos hayan recibido consignas de algún Ministerio para no airear este tipo de sucesos. La persona que yo conocía tenía un hijo (pre)adolescente, que supongo ya rondando la mayoría de edad. ¿Tenías más hijos?, la verdad es que ya no lo recuerdo.

¿Qué cara le pone un suicida a un conductor de tren instantes antes de ser arrollado? Supongo que arqueas levemente una ceja, esbozando una media sonrisa con los labios cerrados, las comisuras de éstos hacia abajo, como intentando crear una comunicación instantánea con el conductor (o conductora), dandóle a entender a la vez que malditas circunstancias en que tenemos que conocernos, y excusándote por tu comportamiento y el susto que vas a provocarle.

¿Qué escribes a los tuyos como despedida? Si te acucían los problemas económicos, no puedes/debes dejar ninguna nota para evitar que el seguro de vida subcontratado con la hipoteca sea invalidado, puesto que dicho seguro no es la panacea a los problemas si nos suicidamos. Puedes hacer una breve exposición de los motivos para llegar a tomar tan resolutiva e inalterable decisión. Según como sea la carta, parecerá:

• una forma de vengarte contra aquellos que han colaborado a sentirte en tal trance, en este caso dicha carta debiera ser pública para que los culpables percibiesen parte de su afrenta (de todas formas esos seres abyectos, que los hay, en el mundo que nos ha tocado vivir no se sienten culpables, ni siquiera responsables de sus actos, siguen viviendo mientras tú ya no estás con lo cual no has logrado tu objetivo de devolverles el daño recibido, además de quedar como un pobre individuo); 
• si intentas explicar a tus familiares directos todo lo bueno que por tí han hecho, para que no se sientan culpables, parecerá justamente lo contrario, y asumirán como fallos propios lo que tú expones como elogios; 
• si sencillamente expones porqué te quitas de en medio sin culpar a nadie salvo a ti mismo, es posible que piensen que no supieron ayudarte cuando lo necesitaste y que no estuvieron a la altura.

Supongo que lo mejor es no escribir nada, para que no tengan que buscar significados ocultos en tus palabras. Dicho silencio, facilitará el duelo de los familiares y seres queridos conocidos, puesto que la muerte en estas circunstancias parece inexplicable.

Hace tiempo que no nos veíamos, al menos tanto tiempo como llevo divorciado, más de cuatro años, pero me hubiera gustado encontrarme contigo y charlar en la terraza de un café; quién sabe si una charla intrascendente te hubiera permitido desahogarte y, tal vez, hubiese desactivado este intento que supongo el primero, pero ha resultado el último.

Lamento que tu familia, los tuyos, no puedan disfrutar de tu presencia en estas fechas. Puesto que siempre me has parecido una excelente persona (supongo que también lo lamentaría si me cayeses mal, aunque no estoy tan seguro de ello).

Q.e.p.d., A.