Recientemente leí el artículo de La Contra, publicado en La Vanguardia el 08 de agosto del 2009, con firma de la periodista Inma Sanchís, donde se entrevistaba a la abogada, mediadora y madre Elvira Rodríguez Sáenz.
Ya entonces, hice un breve resumen en este blog, con algunas aportaciones mías. Y ahora, después de ver las cartas de los diferentes lectores a favor y en contra de ésta en el mismo diario y las matizaciones de la entrevistada, me reafirmo en mi postura aprovechando las opiniones del doctor Paulino Castells.
Yo me pregunto, cuándo no ha habido malos tratos físicos (y espero que tampoco psíquicos), ni problemas de alcoholismo u drogadicción, si dos personas se han querido pero ahora se ha extinguido la llama del amor:
* ¿a qué se debe que la persona que antes era muy capaz ante nuestros ojos, ahora no merezca criar a sus hijos el máximo tiempo posible, que no es otro que el mínimo exigible? la mitad, no se puede exigir más porque el otro progenitor tiene los mismos derechos.
* ¿porqué esa misma persona tan válida antes se ve obligada a defender sus derechos (obligaciones) ante la Justícia muchas veces?, ¿será quizás acudir a juicio una muestra que los padres (al menos uno) no están capacitados para cuidar de sus hijos, puesto que son incapaces de concretar acuerdos por el bien de éstos?
Viendo tantos casos de separación, divorcio, y litigios por custodias, pensiones de alimento, etcétera, ¿no vale la pena promulgar un articulado civil por el cual en el momento en que te casas o juntas (o lo que sea) ya dejas por escrito tu voluntad sobre el posible cese de convivencia, separación de bienes y custodia de los (futuros) hijos? Así no habría margen de equivocación, nos ahorraríamos una pasta gansa en juicios, a nivel particular y como contribuyentes; conoceríamos en el momento de la unión lo que realmente está dispuesta una persona a cumplir (o incumplir, lamentablemente).
Es sintómatico ver como no todo el mundo responde de su palabra de la misma manera. Algunos son esclavos de ella, mientras a otros parece no obligarlos a nada. ¿Tendrá que ver esto también con la crisis económica, y de valores, mundial?
Ya entonces, hice un breve resumen en este blog, con algunas aportaciones mías. Y ahora, después de ver las cartas de los diferentes lectores a favor y en contra de ésta en el mismo diario y las matizaciones de la entrevistada, me reafirmo en mi postura aprovechando las opiniones del doctor Paulino Castells.
Yo me pregunto, cuándo no ha habido malos tratos físicos (y espero que tampoco psíquicos), ni problemas de alcoholismo u drogadicción, si dos personas se han querido pero ahora se ha extinguido la llama del amor:
* ¿a qué se debe que la persona que antes era muy capaz ante nuestros ojos, ahora no merezca criar a sus hijos el máximo tiempo posible, que no es otro que el mínimo exigible? la mitad, no se puede exigir más porque el otro progenitor tiene los mismos derechos.
* ¿porqué esa misma persona tan válida antes se ve obligada a defender sus derechos (obligaciones) ante la Justícia muchas veces?, ¿será quizás acudir a juicio una muestra que los padres (al menos uno) no están capacitados para cuidar de sus hijos, puesto que son incapaces de concretar acuerdos por el bien de éstos?
Viendo tantos casos de separación, divorcio, y litigios por custodias, pensiones de alimento, etcétera, ¿no vale la pena promulgar un articulado civil por el cual en el momento en que te casas o juntas (o lo que sea) ya dejas por escrito tu voluntad sobre el posible cese de convivencia, separación de bienes y custodia de los (futuros) hijos? Así no habría margen de equivocación, nos ahorraríamos una pasta gansa en juicios, a nivel particular y como contribuyentes; conoceríamos en el momento de la unión lo que realmente está dispuesta una persona a cumplir (o incumplir, lamentablemente).
Es sintómatico ver como no todo el mundo responde de su palabra de la misma manera. Algunos son esclavos de ella, mientras a otros parece no obligarlos a nada. ¿Tendrá que ver esto también con la crisis económica, y de valores, mundial?
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